jueves, 15 de noviembre de 2012

Raúl se puso la gorra como su tío de la dictadura!


El concejal Raúl Laborda, siempre autorreferencial, se dedicó en una de las últimas sesiones a despegar su imagen de su tío genocida Guillermo Enrique Bruno Laborda.

Laborda se puso la gorra y armó su propia lista!


Para ello creyó que "si son más no se nota", se puso la gorra y elaboró una lista memorando otros que ocuparon cargos en San Luis durante la última dictadura militar. Casualmente pudimos acceder a esa lista de puño y letra de Laborda:

click en la imagen para ampliar.

En 2004 el periodista Horacio Verbitsky publicó en el diario Página 12 una extensa nota con todo el historial del tío de Raúl Laborda, en la misma también menciona el parentezco del genocida con el actual concejal, que en aquel momento era "opositor", y ahora es apenas "funcional" al feudo.

La nota completa:

"CONFESIONES DE UN TENIENTE CORONEL
Mancha venenosa Por primera vez un oficial en actividad confesó los
crímenes cometidos por órdenes superiores entre 1977 y 1979. El Ejército
remitió la confesión a la Justicia. Miembro de una conocida familia de
militares, policías y políticos puntanos, el teniente coronel Bruno Laborda
está detenido en Campo de Mayo, mientras se decide qué juez deberá
intervenir.


Por Horacio Verbitsky
El teniente coronel Guillermo Enrique Bruno Laborda está detenido en
Campo de Mayo luego de convertirse en el primer oficial en actividad del
Ejército que confiesa su participación en el asesinato de prisioneros
indefensos. Los hechos, descritos en insoportable detalle, ocurrieron en la
Guarnición Militar Córdoba durante los años 1977, 1978 y 1979. La confesión
está contenida en un escrito que presentó el 10 de mayo al jefe de personal
del Ejército para pedir que se reconsiderara la decisión de la Junta de
Calificación de Oficiales que lo declaró no apto para ascender a coronel.
Según Bruno Laborda, los asesinatos clandestinos constituyen méritos
militares que no fueron tenidos en cuenta al evaluar su legajo, ya que
fueron ordenados por sus superiores a través de la cadena de comando y las
ejecuciones se realizaron en presencia de los jefes de la unidad en la que
él revistaba. Su confesión sólo identifica a los jefes del Batallón de
Comunicaciones de Comando 141 en el momento de los hechos: Orlando Oscar
Dopazo y Enrique Aníbal Solari, ambos retirados poco después con el grado de
teniente coronel. En cambio, no identifica a las víctimas, entre ellas una
mujer que el día anterior al asesinato había dado a luz. Tampoco dijo qué
ocurrió con la criatura recién nacida. El relato del militar dice que cuando
intentó descargar su conciencia con un ministro de su fue católica, el
sacerdote le dijo que era loable abatir a los enemigos de Cristo y que "como
soldado de la Iglesia" sería recompensado en el más allá. Tampoco nombró a
ese sacerdote, aunque los registros eclesiásticos podrían contribuir a
identificarlo. La confesión muestra el quiebre de la solidaridad corporativa
y abre nuevas perspectivas para el conocimiento a fondo de los hechos y el
castigo a los responsables.

Como Scilingo
Tal como hizo en 1995 el ex capitán de la Armada Adolfo Scilingo,
Bruno afirma que otros oficiales que participaron de hechos equivalentes
fueron ascendidos. La lectura de la confesión sugiere que Bruno Laborda
intentó negociar su ascenso, con la sugerencia de que de lo contrario
revelaría todo. Pero, igual que en el caso de Scilingo, también hay
descripciones escalofriantes de los crímenes cometidos cuyo recuerdo, según
la confesión, lo persigue hasta hoy. Como además de oficial Bruno es
abogado, la transacción está insinuada en forma ambigua. Pero en vez de
jugar a la mancha venenosa la conducción del Ejército decidió remitir las
actuaciones a la justicia. El Jefe de Estado Mayor, general Roberto Bendini,
presentó la denuncia ante la Cámara Federal de la Capital el jueves pasado.
El sorteo indicó que correspondía entender al juzgado federal 9. Su titular,
Juan José Galeano, dio vista al fiscal Carlos Stornelli. Como todos los
hechos denunciados ocurrieron en Córdoba, Stornelli dictaminará hoy que la
justicia de la Capital no es competente para entender en la causa. De este
modo, el expediente será remitido a la justicia federal cordobesa, donde
está pendiente de resolución en la Cámara Federal la declaración de nulidad
de las leyes de punto final y de obediencia debida. Mientras se cumplen esos
pasos procesales, Bruno está detenido en Campo de Mayo, no por los crímenes
que admite haber cometido sino por un arresto de 30 días que le impuso
Bendini. El motivo: no haber contado lo que sabía en 1995, cuando el ex jefe
de Estado Mayor Martín Balza dispuso que fuera escuchado en absoluta reserva
el personal que conociera información sobre personas
detenidas-desaparecidas. Ayer, Bruno fue trasladado al Hospital Militar para
la realización de peritajes físicos y psíquicos, como si confesar los
crímenes de la guerra sucia fuera indicio de algún desequilibrio mental. Por
el contrario, el texto escrito por Bruno Laborda impresiona por su
coherencia y precisión. Ante la sanción de arresto, Bruno Laborda dijo que
en 1995 había querido cumplir con el pedido de Balza, pero que se lo impidió
el entonces comandante del Cuerpo de Ejército III, general, Máximo Rosendo
Groba. En su escrito, el oficial dice que hace diez años se le impuso otro
arresto, que no figura en su legajo, y que habría incidido por vías no
oficiales en la negación del ascenso a coronel. Bendini ordenó que el
Ejército no avanzara con la investigación, para no interferir con las
actuaciones judiciales. Sólo ordenó el chequeo de las fechas, nombres y
destinos mencionados por Bruno Laborda, que coinciden sin excepciones con la
realidad.

Matar a los hijos

Bruno narra que como cadete participó en la Operación Independencia en
Tucumán y que egresó del Colegio Militar en diciembre de 1976. "Al
subversivo hay que matarlo, pero no sólo a él, sino también a sus hijos,
para que no puedan propagarse" era la consigna que Bruno dice haber
aprendido de "un entonces admirado y recordado oficial instructor" del
Colegio Militar, a quien no identifica. En 1977, recién egresado como
subteniente "me tocó intervenir activamente en la eliminación física de un
guerrillero acusado y condenado -nunca supe por quién-". Habría participado
en una emboscada a un vehículo militar en la que murió el cabo 1º Bulacios.
Ese apellido no figura en las recopilaciones sobre bajas militares
publicadas durante la dictadura. "Con la presencia del jefe de Batallón, el
entonces teniente coronel Dopazo, la plana mayor, jefes de compañía y
oficiales, dimos muerte al supuesto asesino y terrorista, en el campo de la
Guarnición Militar Córdoba en proximidad a "La Mezquita", lugar que con el
tiempo se convertiría en el cementerio anónimo de la subversión. Más de
treinta balazos de FAL sirvieron para destrozar el cuerpo de un hombre que,
arrodillado y con los ojos vendados, escuchó con resignación las últimas
palabras de nuestro jefe, pidiéndole que encomendara su alma a Dios." Luego
los oficiales más jóvenes arrojaron el cuerpo a un pozo, lo quemaron, lo
cubrieron con tierra y disimularon el lugar.

"Patético y angustiante"

En 1978, junto con otro oficial recién egresado a quien Bruno no
nombra, transportó en una ambulancia a una mujer que el día anterior había
dado a luz, desde el Hospital Militar Córdoba hasta el campo de la
guarnición. La mujer había sido "condenada a muerte debido a su probado
accionar en actos de sabotaje en el desarrollo del campeonato mundial de
fútbol". Su traslado "al campo de fusilamiento de la Guarnición fue lo más
traumático que me tocó sentir en mi vida. La desesperación, el llanto
continuo, el hedor propio de la adrenalina que emana de aquellos que
presienten su final, sus gritos desesperados implorando que si realmente
éramos cristianos le juráramos que no la íbamos a matar fue lo más patético,
angustiante y triste que sentí en la vida y que jamás pude olvidar.
Nuevamente, y a órdenes del jefe de la unidad, el entonces teniente
coronel Solari también todos los oficiales designados, procedimos a fusilar
a esta terrorista que, arrodillada y con los ojos vendados, recibió el
impacto de más de veinte balazos de distintos calibres. Su sangre, a pesar
de la distancia nos salpicó a todos. Luego siguió el rito de la quema del
cadáver, el olor insoportable de la carne quemada y la sepultura disimulada
propia de un animal infectado. Nunca supe el destino del niño o niña".

"Acto de combate"

También mencionó como "acto de combate", el asesinato de cuatro
varones detenidos, que personal de inteligencia había llevado hasta un
camino secundario próximo a la ruta nacional 9, cerca de Ferreira. "Con la
presencia de nuestro jefe de batallón, la plana mayor y oficiales
subalternos, procedimos a dar muerte a balazos, por separado, a los cuatro
condenados subversivos. Era de noche y por las circunstancias propias de una
ejecución a sangre fría todo fue brutal. Hasta el día de hoy me parece
escuchar los gritos desgarradores de dolor de uno de ellos que pedía
desesperadamente ¡¡¡¡¡Mátenme, por favor mátenme!!!! Un oficial más antiguo
y yo pusimos fin al suplicio de ese hombre, que ni siquiera sabíamos su
nombre". Luego hicieron ingresar al campo a dos o tres secciones de
tiradores del batallón, para que dispararan de modo de simular un
enfrentamiento. Los cuerpos fueron entregados por Bruno Laborda y otros
efectivos a médicos del Hospital Militar Córdoba. Como en su momento "fueron
considerados como verdaderos e ineludibles actos del servicio", que tuvieron
"impacto en la personalidad, el carácter y el prestigio de cada uno",
merecen una nueva evaluación. Bruno entiende que esos hechos "enmarcados en
un nuevo contexto" podrían ser el motivo por el cual se le negó el ascenso,
lo cual violaría el principio de equidad contemplado en los reglamentos
militares. Esas acciones se produjeron en cumplimiento de lo que Bruno
Laborda llama "legítimas órdenes y directivas superiores", cuyo acatamiento
era prueba de "lealtad, obediencia y profesionalismo".

"Soldado de la Iglesia"

En 1978, Bruno participó en la custodia del centro de prensa de la
sede cordobesa del campeonato mundial de fútbol. Le tocó detener a un
muchacho de 19 años que se había hecho pasar por un hincha de otro país. Le
ordenaron entregarlo al Destacamento de Inteligencia 141 para investigarlo.
Al conocer su identidad advirtió que pertenecía a una familia conocida de
San Luis y que había actuado por pasión futbolística, pero ya era tarde.
"Nunca más apareció. Seguramente su cadáver, o lo que queda de éste, sea hoy
un pedacito más dentro del desolador panorama que caracteriza a las salinas
riojanas". Consideradas "verdaderas acciones de combate", que "incrementaban
el prestigio como soldado", ahora "son reconocidas a la luz del derecho como
aberrantes violaciones a los derechos humanos". Bruno dice que actuó con
"lealtad, confianza y convencimiento propio de un soldado", en estos hechos
"macabros", para cuyas consecuencias psicológicas y jurídicas no estaba
preparado. "Existe la posibilidad de que todos y cada uno de los cuadros de
oficiales y suboficiales del Ejército hayan participado en acciones
similares", pero "al no tener la certeza" de ello, "me encontraría en una
situación de desigualdad ante mis pares". La Comisión de Comunicaciones de
la Junta de Clasificaciones dijo que Bruno nunca había tenido un desempeño
destacado. Ante esto, el oficial mencionó las observaciones favorables
obtenidas en los últimos cinco años y narró que en busca de "tranquilidad de
conciencia por la ejecución de los hechos narrados", recurrió al "sacramento
de la confesión de nuestra Iglesia Católica". Entonces "un ministro de la fe
cristiana calmó mi desasosiego al afirmar que actos como los confesados, no
sólo era loable el abatir un enemigo de Cristo, sino que ese desempeño como
soldado de la Iglesia sería recompensado en el futuro".

El teniente coronel Guillermo Enrique Bruno Laborda, de 50 años,
proviene de una familia muy conocida en San Luis, con especialidad en tareas
represivas, tanto militares como policiales. También hay políticos en la
familia. Su madre, Elba del Carmen Laborda, se casó con el oficial de la
Policía Federal Orlando Bruno. Su hermano menor Gustavo Adrián Bruno Laborda
también es oficial del Ejército. Está en actividad, con el grado de mayor.
El tío de ambos, coronel Matías Laborda Ibarra, fue interventor federal en
San Luis durante los gobiernos de facto de los generales Juan Onganía y
Alejandro Lanusse. En 1973 intentó conservar el cargo por las urnas, en la
boleta del partido Cívico Independiente de la familia Alsogaray, pero sólo
obtuvo 400 votos. Sus primos hermanos Juan José y Raúl Laborda Ibarra son
conocidos políticos puntanos, opositores al gobierno de los hermanos Adolfo
y Alberto Rodríguez Saá. Juan José fue el autor de la denuncia por
enriquecimiento ilícito contra los Rodríguez Saá que investiga la justicia
federal.

Según el teniente coronel Bruno Laborda, en 1979 se emitieron las
denominadas "Disposiciones finales", que fueron cumplidas por todos los
jefes y oficiales y por algunos suboficiales de todas las unidades con
asiento en la ciudad de Córdoba. Consistían en "la remoción de los cadáveres
enterrados en el campo de la Guarnición Militar Córdoba". El relato menciona
"el efecto en el alma, en el espíritu y en la psiquis de todos los que sin
preparación alguna para este tipo de tareas, recogíamos durante días enteros
los desechos de hombres y mujeres y que con la participación de personal
especializado y maquinarias del Batallón de Ingenieros en Construcciones
141, se procedía a compactarlos en recipientes para luego esparcir estos, en
minúsculos pedazos, en una salina próxima a la ciudad de La Rioja". Sobre la
ruta nacional 38, en la localidad cordobesa de Serrezuela, hay un polígono
de tiro del Ejército, a 3 km del límite con La Rioja. A cada lado del límite
hay un puesto de las respectivas policías. Las Salinas Grandes comienzan en
Córdoba y se extienden por La Rioja y Catamarca. La falsa quema de la
pólvora que durante la presidencia de Carlos Menem se envió a Croacia se
hizo constar como ocurrida en ese polígono.

Diez años después de su pase a retiro, el coronel Enrique Aníbal
Solari, a quien la penuria imaginativa ambiente bautizó "El Indio", integró
la Comisión de Defensa que Carlos Menem creó en cuanto obtuvo la candidatura
presidencial de su partido. La coordinaba Carlos Cañón Naval y otro de sus
integrantes era el coronel José Meritello, suegro del actual ministro
Gustavo Beliz. Una vez que lo traicionaron Mohamed Alí Seineldín reveló que
Solari, el político peronista Humberto Romero y el general Pablo Skalany
fueron los testigos y garantes del acuerdo que celebró en la primera semana
de mayo de 1989 con el general Isidro Bonifacio Cáceres, encargado de
reprimir su alzamiento en Villa Martelli. Por ese pacto, Cáceres fue
designado Jefe de Estado Mayor del Ejército, Skalany director general de
Fabricaciones Militares, Romero secretario de Defensa y Solari su asesor."


Tanquecito Laborda

Qué tal la parentela del demócrata Raúl!

lunes, 12 de noviembre de 2012

8N- San Luis: LA CORTA MARCHA


MUCHO RUIDO... Y POCAS NUECES

Luego de varias semanas de promoción, tuvo lugar la manifestación de la oposición al kirchnerismo. Dependiendo de que medio usted haya utilizado para informarse sabrá que hubo entre 900 y 3000 personas, aunque lo curioso tiene que ver con la duración de la "protesta", para lo cual ni el más arriesgado de los cronistas pudo estimar en más de 20 minutos.



La más sincera en la marcha, ella no ocultó su desconformidad ideológica, ni sus reclamos poco democráticos. Si alguien puede que le regale un libro de historia.





En San Luis asistieron entre 900 y 3000 manifestantes, que apenas pudieron estar juntos unos veinte minutos.

Esta vez la constante refrenda de las actitudes que pudimos ver en el cacerolazo de septiembre (“Yegua, Hija de P…”, “Quiero mis dólares” “Les dan la AUH para que se sigan multiplicando estos negros” entre otras barbaridades) fueron saneadas en un intento de potabilizar una protesta de quienes (en la mayoría de los casos) han perdido privilegios en manos de las "hordas kirchneristas" beneficiarias de una política para las mayorías, mayorías que han comenzado a tener más derechos que antes. Ampliar derechos para estas personas está mal... también desean que se vayan todos, todos los que fueron legítimamente consagrados por el voto popular.

En esta ocasión, las declaraciones que obtuvieron los medios fueron diferentes. Parecen haber entendido que mostrar su odio, por reclamos mezquinos, no es rentable para sus fines, ya que la sociedad tomó mal sus anteriores expresiones reaccionarias y despectivas. 


Entendieron que la mayoría de las personas (al menos un 54%) se vio ofendida con tales insultos,  porque pretendieron menospreciar la legitimidad de un gobierno democrático, con mayoría en ambas Cámaras, que es aplaudido internacionalmente por algunas de sus políticas de vanguardia (LSCA, AUH, matrimonio igualitario, identidad de género, entre otras) y que fue elegido apenas un año atrás.


Parece que esta vez la “Organización del 8N” decidió bajarles línea a quienes saldrían a defender los intereses de las corporaciones y de la derecha más reaccionaria, que tanta sangre le costó a nuestro país.

Fue curiosa la confección de la “cartelería” que se utilizó en San Luis durante los míseros 20 minutos que se dieron para este “gran día” (según Mi Reino Mis Reglas). Varios de los carteles que eran portados por personas diferentes mostraban la misma caligrafía, como si alguien se hubiese tomado la "militante" (¿puede llamarse así?) tarea de hacer las “pancartas para todos”… 


Nobleza obliga, hay que reconocer que hubo una señora que fue la más sincera de la CORTA MARCHA, en su cartel-disfraz (con caligrafía propia) se animó a decir la verdad de la milanesa “Basta de Comunismo, ni Socialismo. Argentina sin Cristina”, el reclamo es claro... Piden mayor desigualdad, quizá más de la que hubo antes; entendamos que no es muy simpático para las clases privilegiadas que los que menos tienen  accedan a más derechos, y que, encima, continúen ampliándolos desde la Nación, Provincia (no es nuestro caso) y  Municipalidad. Ya sabemos que perder privilegios genera odio, y que desde 2003 nuestras clases patricias (la derecha, la iglesia, la sociedad rural, Clarín, La Nación, Macri, Carrió, Bulrrich, entre otras "joyas" de nuestro país) deben bancarse que los gobierne la mejor estadista que dio este querido país, Cristina Fernández de Kirchner, y que sean ellos por primera vez los postergados… postergados en sus deseos de un Estado débil frente al poder económico, y donde los pobres sean cada vez más pobres.

A pesar de que varias manifestaciones a lo largo del país contaron con un número muy significativo de activistas anti-k, y también a pesar de un fuerte impulso mediático, la marcha de San Luis fue seguramente la más triste del país.

De todos modos queremos afirmar que nuestra ideología nos demanda pensar, y concluir, que no pudo nunca haber sido feliz, o menos triste, una manifestación donde los motores de la misma se denominen "espontáneos", y en realidad respondan al odio de quienes optan por usar a la gente para que vaya a este tipo de eventos a defender los intereses de las corporaciones y el establishment.